¿Alguna vez se ha sorprendido preguntándose: "¿Tiene Dios realmente su mano en esto, o acaso mi vida se ha salido de su control?" Yo sí. Habiéndome entregado a Jesucristo a los 18 años, pronto llegué a la conclusión de que si simplemente hacía lo bueno lo suficiente, mi vida cristiana sería un ascenso continuo hacia la madurez. Después de numerosos tropiezos y fracasos todavía creía que Dios tenía el control y un propósito en todo.

Pero después de que en mi carrera, ministerio, relaciones personales y vida espiritual tropecé con varios callejones sin salida, no estaba tan seguro. Tal vez me había estado engañando yo mismo. En lugar de que Dios tenga el control, tal vez mi vida no tenía ningún propósito real después de todo. Tal vez mis errores eran más de lo que Dios podía manejar.

¿Acaso no todos hemos mirado nuestras vidas en ocasiones y pensado: "¿Se podrá hacer algo bueno con este caos?" Por fuera, por lo menos, a veces la vida se ve lúgubre y caótica. A veces se parece a las personas de la Biblia. Piense en José, languideciendo injustamente en la cárcel. David huyendo de un Saúl homicida, o Ezequías enfrentando un abrumador ejército asirio fuera de las puertas de Jerusalén. ¿Cómo es que las cosas se habían puesto tan malas? ¿Seguía vigente el plan de Dios, o acaso él se había ido de vacaciones?

Uno de los escritores de la Biblia consideró este asunto de una manera de lo más desusada. El libro de Ester nunca menciona a Dios, sin embargo relata una parte de la historia judía que tienen por todas partes las huellas digitales de Dios. Es como si el escritor quisiera recalcar que Dios está activo detrás de bastidores, incluso cuando las cosas parecen fuera de control.

Definitivamente las cosas parecían así para los judíos que vivían en Persia, en el exilio. El haber sido arrastrados a una cruel tierra extranjera ya era malo. Ahora el hombre que era la mano derecha del rey lo había convencido de que firme un decreto para exterminar a los judíos. Resulta que los detalles del plan llegaron a conocimiento de un judío llamado Mardoqueo que vivía en la capital. Igualmente resulta que este hombre justo había criado a una hermosa joven judía huérfana llamada Ester. Entre incontables candidatas, el rey seleccionó a Ester como reina, a poco de haber repudiado a su reina anterior.

Está joven—todavía muchacha, en realidad— tuvo la fortaleza de arriesgar su propia vida yendo a ver al rey a favor de su pueblo. Igualmente resultó que el rey por ese tiempo leyó los historiales del reino, en donde descubrió que nunca se había recompensado a Mardoqueo por descubrir un complot contra la vida del rey. Así que, cuando Ester suplicó por la vida de su pueblo, el rey, que la amaba, se inclinó favorablemente hacia los judíos. De ese modo los judíos fueron salvados milagrosamente y su enemigo fue ahorcado.

¡Qué relato de intriga en la corte del rey! Y qué historia de una joven cuya fe le hizo confiar en la providencia de Dios, aun cuando el plan de Dios para su pueblo parecía como que había sido descarrilado permanentemente.

Los escritores del Nuevo Testamento nos aseguran que nuestro Padre en verdad tiene todo de nuestras vidas bajo su control. Pablo escribió que los creyentes en Cristo han sido "predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad" (Efesios 1:11). En otras palabras, Dios tiene un plan, y nada va a descarrilar su plan como un todo o para nosotros individualmente.

El apóstol reconoció que la vida en este mundo caído es un caos frustrante (Romanos 8:20-23), pero dice que podemos tener la certeza de que Dios está usando incluso los detalles más pequeños o eventos más insignificantes para realizar su buen propósito en nuestras vidas. Ese propósito es que lleguemos a ser semejantes a Jesús (Romanos 8:28-29).

Por caóticas que se vean las cosas por fuera, Dios está obrando detrás de bastidores en nuestras vidas para realizar su propósito eterno. Y él lo realizará para su gloria (Efesios 1:12). Incluso nuestros errores, por muchos que sean, no descarrilarán su plan. "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1 Tesalonicenses 5:24, cursivas añadidas).

Como José, tal vez a la larga comprendamos en esta vida por qué Dios permite que los eventos se sucedan cómo se suceden (Génesis 50:20). O tal vez como muchos de los santos del Antiguo Testamento tal vez nunca podamos armar de este lado del cielo todo el rompecabezas (Hebreos 11:35-40). Pero eso está bien. Nosotros no somos los que diseñamos el tapete. Dios lo diseña .

Al presente vemos sólo el revés del tapete de nuestra vida; un revoltijo desordenado de hebras. Cuando nos vemos tentados a dudar de que un hermoso cuadro se está en realidad creando del lado derecho, estas son algunas cosas que podemos hacer. Primero, aférrese a la palabra de Dios. Cuando las cosas se ponen realmente malas, inúndese usted mismo con la palabra de Dios. Es la única manera de ver consistentemente las cosas desde la perspectiva de Dios en lugar de desde nuestra perspectiva terrenal.

Segundo, no trate de leer la borra del té. No trate de adivinarlo todo. De todas maneras, no lo hacemos muy bien. Además, cuando tratamos de encontrar sentido en lo que parece no tenerlo, estamos escogiendo confiar en lo que podemos ver en lugar de en el Dios que no podemos ver. Acepte que somos incapaces de captar las complejidades de un universo tan vasto.

Tercero, confíe en nuestro Padre celestial. Confíe en que él es soberano, que tiene todo bajo control; y confíe que él es bueno, que su corazón está lleno sólo de amor para nosotros, y que él está tejiendo "un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación" para nosotros (2 Corintios 4:17).

Greg Smith es escritor y editor en el Departamento Creative Ministries de Insight for Living.