Nuestras iglesias están en un problema muy serio. No estoy hablando de problemas financieros, o de tener demasiado poco personal haciendo demasiadas cosas. Este problema tiene que ver con una seria dolencia que está carcomiendo desde adentro a nuestras congregaciones, tal vez a algunos de nuestros líderes. Hombres y mujeres, adolescentes y adultos mayores, de toda situación en la vida, han sucumbido o corren el riesgo de sucumbir, y están quedando más y más infectados día tras día.

El problema es la pornografía, y en especial la pornografía por la Internet. Sin que usted lo sepa, su iglesia a lo mejor ya ha caído víctima. Lo que más asusta es . . . que usted tal vez no se dé cuenta del extenso daño que está causando.

Los más recientes estudios disponibles indican que una de cada dos personas, es decir, el cincuenta por ciento de las personas que se sientan en nuestras bancas, están viendo o pudieran estar adictos a la pornografía por la Internet. Lo más probable es que algunos de nuestros voluntarios, ministros a tiempo completo, e incluso los que sirven fielmente en nuestras juntas, también pueden estar perdiendo en esta batalla secreta. Y, al mencionar estas posibilidades, no soslayemos a nuestros jóvenes adultos, casados o solteros, que proveen instrucción a nuestros jóvenes y adolescentes. La verdad sea dicha, las estadísticas pueden incluso ser más altas.

Olvídese del distrito de la luz roja o de las librerías para adultos. La pornografía ha entrado en nuestros hogares vía la Internet más penetrante y sutilmente que jamás lo logró mediante algún almacén o club de desnudismo. La ironía es que al frente se está abriendo un almacén de artículos pornográficos, de inmediato se forma un comité para luchar por impedirlo. Sin embargo, los pornografistas han establecido sus negocios en los hogares de millones de nuestros amigos en la iglesia, mientras nosotros seguimos mudos y pasivos.

Haga un alto e imagínese la horrible pero real posibilidad de que algunos sus propios ancianos y diáconos salen de las reuniones en la iglesia y se van a sus casas para ver pornografía. Piense en los dirigentes de sus jóvenes viéndola un minuto, y media hora más tarde dirigiendo a un grupo de sus jóvenes. La pornografía está arruinando matrimonios, destruyendo amistades, haciendo daño a la juventud y al cuerpo de Cristo. Casi ni es necesario decir que los pastores y dirigentes religiosos caídos que fueron comidilla de los titulares no hace mucho no cayeron "de repente." Lo más probable es que la pornografía jugó un papel en su espiral de caída.

Amigo mío, es tiempo de hacer algo al respecto. A decir verdad, tiene que empezar hoy. Hacer una diferencia exige acción. Para brindarle ayuda, le dirijo a nuestro sitio en la Web: www.insight.org. En la página principal del ministerio en inglés hallará un enlace prominente que le llevará a varios recursos que tenemos disponibles en inglés: un estudio bíblico en línea, artículos útiles, software especial que respalda a compañeros de responsabilidad, y otros enlaces valiosos. Le animo a que aproveche estos recursos en inglés hoy mismo.

Esta página de recurso en línea también incluye un enlace a una página en la que usted puede poner su nombre, indicando que se compromete a estar de mi lado en este asunto. Estoy convencido que mientras más personas afirmen su compromiso y preocupación por esto de una manera tangible, más atención se atraerá al asunto. Además, toda persona que da este paso a mi lado recibirá una lista de recursos adicionales y servicios que puede usar de inmediato.

Nuestras iglesias están en problemas. No es tiempo de simplemente esperar y orar. Por favor, únase a mí en esta batalla por nuestros jóvenes, nuestros matrimonios, nuestros dirigentes y nuestras iglesias.