Cynthia y yo disfrutábamos de una tranquila noche en casa. Todo estaba en calma como pocas veces, y mientras tomábamos café conversábamos. Era uno de esos invalorables momentos que uno quisiera embotellarlo y poder sacarlo de nuevo cuando realmente uno lo necesita.

Por alguna razón nuestra conversación derivó al tema del regreso de Cristo. Nuestros comentarios fueron desde los cómicos como dejar que los que quedan para la tribulación se encarguen de limpiar la cochera, hasta lo que será el gozo que será nuestro al disfrutar de la eternidad con la familia y los amigos en el cuerpo de Cristo.

Más tarde esa noche, sin embargo, me hallé volviendo vez tras vez al pensamiento: Él vuelve. ¡Qué diferencia hará!

Cuando uno hace un alto y piensa en esto en forma específica, es asombroso cómo muchas de las cosas que damos por sentado de súbito desaparecerán y cambiarán drásticamente cuando Cristo vuelva.

Es también asombroso lo que una evaluación seria hace a nuestra escala de valores, y a las cosas a las que por lo general nos aferramos y de las que nos jactamos, o más queremos. El regreso de Cristo en forma peculiar hace añicos a nuestros ídolos de materialismo y nos hace volver a lo básico.

Sé muy bien que muchos profesores enfocados en el cielo han hecho unas cuantas soberanas tonterías yendo a los extremos. Los que se dedican a fijar fechas me hacen querer crispar los puños. Pero esa noche Dios parecía estar diciéndome: "Tranquilízate, hijo mío, y recuerda que la cuestión de fondo en cuanto a la eternidad es asunto mío."

Piénselo . . . ."

¿Es perder el tiempo hablar del regreso del Señor? Muy al contrario. Es bíblico; es lo que Tito 2:13, que nos dice que debemos estar: "aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús."

¿Cuándo fue la última vez cuando usted, por iniciativa propia, meditó en esto? Si usted es como la mayoría de nosotros, fue hace demasiado tiempo. Los que son más prácticos que místicos, más realistas que idealistas, tienden a reservar esas cosas para ocasiones como funerales o experiencias de cercanía a la muerte. La mayoría de nosotros somos gente más de aquí y ahora que de entonces y allá.

Pero la Biblia dice que debemos consolarnos unos a otros con la verdad del regreso de Jesús por nosotros (1 Tesalonicenses 4:18). Dice que esto es el mismo cimiento para vivir "firmes, constantes, abundando siempre" (1 Corintios 15:58).

El libro de Dios está lleno y rebosando de promesas y estímulos directamente relacionado al regreso de nuestro Señor Jesucristo. No es algo que apenas insinúa; lo destaca. Es una tema obvio de la verdad del Nuevo Testamento. No se puede leer gran cosa sin que uno lo encuentre, abra en el libro que abra. Sólo en el Nuevo Testamento los eventos relativos a la venida de Cristo se mencionan más de 300 veces.

Los críticos lo han negado. Los descreídos se han reído del asunto. Los eruditos lo han ignorado. Los teólogos de ideología liberal tratan de descartarlo (aunque lo llaman "repensarlo") y los fanáticos lo han exagerado. "¿Dónde está la promesa de su venida?" gritan todavía muchos con sarcasmo (2 Pedro 3:4). El retorno de nuestro Salvador seguirá siendo atacado, tergiversado y negado. Pero allí está, sólido como roca, ofreciéndonos esperanza y estímulo para quitarle su aguijón a la desesperanza y aflicción.

"Está bien, pero, ¿qué hago mientras tanto?" puedo oír que pregunta el pragmático.

Para empezar, sería mejor que entienda lo que no debe hacer. No debe quedarse sentado, esperando oír el toque del clarín o mirando al cielo para ver la nube del rapto. No debe renunciar a su trabajo, ni tampoco fijar una fecha y luego subirse al techo en forma estrafalaria. Entonces, ¿qué hace?

    • Usted arregla su vida.
    • Usted vive cada día (como si fuera el último) para gloria de Dios.
    • Usted trabaja con toda diligencia en su empleo y en su casa (como si él no fuera a venir en diez años) por amor del nombre de Cristo.
    • Usted riega su sal por todos lados . . . y despide mucha luz . . . y se conserva equilibrado, alegre, atractivo, responsable, esperando que él vuelva en cualquier momento.

Diciéndolo en forma sencilla, usted vive con el fin en mente. Antes que vivir para el momento, viva para la Venida. Eso es un legado que pocos forman.
Aparte de esto, no sé qué decirle.

Excepto, tal vez, que si no está absolutamente seguro de estar listo para ser llevado, consiga su boleto lo más rápido que pueda. Mientras están disponibles, son gratis. Pero no se atreva a dejarlo para luego. Para cuando usted está a punto de decidirse, todo el asunto bien puede ya haber sucedido, dejándolo mirándolo hacia atrás en lugar de hacia arriba.

¿De qué le vale el boleto si el evento ya se acabó?

Adaptado de The Finishing Touch: Becoming God's Masterpiece [El Toque Final: Cómo Llegar a Ser la Obra Maestra de Dios] (Dallas, Tex.: Word Publishing, 1994), pp. 404–406.