

Liberados de una Maldición
Estamos metidos hasta el cuello en el tema de una salvación legalista versus una salvación como un regalo. Debido a que los creyentes gálatas habían desertado del mensaje de gracia a favor de un evangelio por obras (1:6; 3:1–3), Pablo escribe para refutar su errada decisión. En los primeros nueve versículos de Gálatas 3, él presenta dos puntos fuertes en su argumento: (1) Su propia experiencia de la salvación se ha basado solamente en la fe; y (2) su propio respetable padre Abraham, quien vivió mucho antes que Moisés, el dador de la ley, fue declarado justo por la fe en lugar de las obras. Usted podrá pensar, «Por supuesto que no se esperaba que Abraham se sometiera a la ley, porque no había ley antes de que él viviera. Pero nosotros nacimos después de que la ley ha sido dada, por lo tanto, estamos obligados a someternos a ella». Los próximos cinco versículos ofrecen respuestas a esa objeción.
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¿Qué tan diferente cree usted que somos los cristianos de los no cristianos? Es decir, dejando a un lado nuestra fe en Cristo, ¿cuán diferente somos? Si somos honestos, no diferimos en mucho. Por ejemplo, ¿tiene usted pagos de hipoteca y de automóvil? Ellos también. ¿Batalla usted con emociones que a veces se salen de control? Ellos también. ¿Tiene usted comidas que preparar? Ellos también. ¿Lo ve? En éstas y otras tantas cosas no somos diferentes a los no creyentes que nos rodean. La única excepción es que los no cristianos no saben realmente quién es Jesús. Pero usted sí lo sabe y puede mostrarles y comunicarles cómo Cristo ha hecho una gran diferencia en su vida. ¿Qué tan preparado se siente para comunicarles el mensaje que ha transformado su vida? ¿Qué le detiene a hacerlo?

