Visión Para Vivir

Miqueas 6:8Hechos 4:1-21Nos En Miqueas 6:8, el audaz profeta respondió a una pregunta que mucha gente se hace hoy en día: ¿Qué espera Dios de nosotros? La respuesta de Miqueas es comprensible: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios. La primera de estas tres expectativas es hacer lo que es correcto, sin importar las consecuencias. Este tipo de obediencia valerosa se personifica para nosotros en las vidas de los apóstoles del primer siglo.

Miqueas 6:8Hechos 4:1-21Nos En Miqueas 6:8, el audaz profeta respondió a una pregunta que mucha gente se hace hoy en día: ¿Qué espera Dios de nosotros? La respuesta de Miqueas es comprensible: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios. La primera de estas tres expectativas es hacer lo que es correcto, sin importar las consecuencias. Este tipo de obediencia valerosa se personifica para nosotros en las vidas de los apóstoles del primer siglo.

Miqueas 6:8Hechos 4:1-21Nos En Miqueas 6:8, el audaz profeta respondió a una pregunta que mucha gente se hace hoy en día: ¿Qué espera Dios de nosotros? La respuesta de Miqueas es comprensible: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios. La primera de estas tres expectativas es hacer lo que es correcto, sin importar las consecuencias. Este tipo de obediencia valerosa se personifica para nosotros en las vidas de los apóstoles del primer siglo.

Salmos 90:1-4Salmos 9-10Santiago 4:13-15Nos encontramos parados justo en medio de dos años, y este es un buen lugar para evaluar nuestras vidas. Al mirar hacia atrás, recordamos el año que justo acaba de pasar –sus placeres y desilusiones están frescas en nuestras memorias. Al contemplar nuestro alrededor, claramente vemos en dónde estamos –capaces de tomar buenas decisiones basados en nuestras circunstancias actuales. Y al mirar hacia el futuro, anticipamos otros doce meses llenos de posibilidades, de altas expectativas, y de nuevos sueños. Al contemplar este amplio panorama de nuestras vidas, estudiaremos con detenimiento tres pasajes de las Escrituras que nos ayudarán a clarificar nuestros pensamientos con respecto a lo que hemos recorrido, al lugar en que nos encontramos hoy en día, y el lugar al cual vamos en el futuro.

Salmos 90:1-4Salmos 9-10Santiago 4:13-15Nos encontramos parados justo en medio de dos años, y este es un buen lugar para evaluar nuestras vidas. Al mirar hacia atrás, recordamos el año que justo acaba de pasar –sus placeres y desilusiones están frescas en nuestras memorias. Al contemplar nuestro alrededor, claramente vemos en dónde estamos –capaces de tomar buenas decisiones basados en nuestras circunstancias actuales. Y al mirar hacia el futuro, anticipamos otros doce meses llenos de posibilidades, de altas expectativas, y de nuevos sueños. Al contemplar este amplio panorama de nuestras vidas, estudiaremos con detenimiento tres pasajes de las Escrituras que nos ayudarán a clarificar nuestros pensamientos con respecto a lo que hemos recorrido, al lugar en que nos encontramos hoy en día, y el lugar al cual vamos en el futuro.

2 Corintios 9:15 / Filipenses 2:5-8 Las cualidades que los bebés traen al mundo nunca envejecen. La suave y delicada piel, la hermosa calma de su sueño, las pequeñas manos y los pies tan perfectamente formados. Cuando un bebé llega a nuestras vidas, padres, abuelos, tías, tíos, hermanos, o hermanas nos gloriamos en la magnificencia del don de la vida de Dios. Pero cuánto más se regocijó de asombro aquella primera familia de la Navidad, al darse cuenta de que el niño era que había nacido era en realidad Emmanuel, Dios con nosotros Cuando Dios tomó forma humana en la encarnación, Él trajo una maravilla al el mundo que todavía estaba por verse. Los actos dramáticos de juicio y rescate que encontramos registrados en el Antiguo Testamento no se compararon a la unión de la humanidad y la divinidad en el niño Jesús. Echemos un vistazo más de cerca a este regalo increíble de Dios para la raza humana.

2 Corintios 9:15 / Filipenses 2:5-8 Las cualidades que los bebés traen al mundo nunca envejecen. La suave y delicada piel, la hermosa calma de su sueño, las pequeñas manos y los pies tan perfectamente formados. Cuando un bebé llega a nuestras vidas, padres, abuelos, tías, tíos, hermanos, o hermanas nos gloriamos en la magnificencia del don de la vida de Dios. Pero cuánto más se regocijó de asombro aquella primera familia de la Navidad, al darse cuenta de que el niño era que había nacido era en realidad  Emmanuel, Dios con nosotros Cuando Dios tomó forma humana en la encarnación, Él trajo una maravilla al el mundo que todavía estaba por verse. Los actos dramáticos de juicio y rescate que encontramos registrados en el Antiguo Testamento no se compararon a la unión de la humanidad y la divinidad en el niño Jesús. Echemos un vistazo más de cerca a este regalo increíble de Dios para la raza humana.

Mateo 1:18-25María, la joven madre de Jesús, sabía tan poco de ese fruto de gracia que llevaba su vientre, y fue concebido por el Espíritu Santo. Ella no sabía que esos diminutos pies algún día caminarían sobre el agua. Al ponerle ropa limpia a su bebé, no sabía hasta qué punto ese Niño le ofrecería redención y limpieza a la humanidad. Y ella tampoco sabía que sus labios al besar el rostro de esa criatura, estaban realmente besando el rostro de Dios. Y si María no sabía nada de eso, me pregunto ¿cuánto menos sabría José? El buen José, muchas veces es dejado de lado, como un actor de relleno en la historia de la Navidad; pero, él también jugó un papel importante que reflejaba al de su esposa en muchos aspectos. Es verdad que María dio a luz a ese hijo, pero fue José quien lo recibió en este mundo. Junto a su esposa, él también se maravillaba de poder ver a esa criatura tan tierna y tan maravillosa. La misericordia siempre triunfa. José pudo haber actuado con severidad hacia María ante la “aparente indiscreción” de María.; sin embargo, él optó por ofrecer amor y misericordia, incluso cuando pensaba que le había fallado.

Mateo 1:18-25 María, la joven madre de Jesús, sabía tan poco de ese fruto de gracia que llevaba su vientre, y fue concebido por el Espíritu Santo. Ella no sabía que esos diminutos pies algún día caminarían sobre el agua. Al ponerle ropa limpia a su bebé, no sabía hasta qué punto ese Niño le ofrecería redención y limpieza a la humanidad. Y ella tampoco sabía que sus labios al besar el rostro de esa criatura, estaban realmente besando el rostro de Dios. Y si María no sabía nada de eso, me pregunto ¿cuánto menos sabría José? El buen José, muchas veces es dejado de lado, como un actor de relleno en la historia de la Navidad; pero, él también jugó un papel importante que reflejaba al de su esposa en muchos aspectos. Es verdad que María dio a luz a ese hijo, pero fue José quien lo recibió en este mundo. Junto a su esposa, él también se maravillaba de poder ver a esa criatura tan tierna y tan maravillosa. La misericordia siempre triunfa. José pudo haber actuado con severidad hacia María ante la “aparente indiscreción” de María.; sin embargo, él optó por ofrecer amor y misericordia, incluso cuando pensaba que le había fallado.

Salmo 15:1-5 En Apocalipsis 3:20 Jesús dice: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo». Dios busca tener comunión constante con usted y conmigo. Pero es necesario que haga estas preguntas: ¿Acaso nos hemos olvidado de lo que significa estar en la presencia del Rey? ¿Con qué actitud se acerca usted al Creador del cielo y de la tierra? ¿Es usted dignos de adorarle en toda Su santidad? ¿Qué tipo de persona está calificada para presentarse delante de la presencia de Dios y tener un tipo de comunión íntima en la que usted esté satisfecho? El rey David se formuló preguntas muy similares al reflexionar en la presencia de Dios. En uno de sus salmos, que bien podría considerarse “el salmo de la vida del cristiano”, David expresa no tanto la forma en que una persona encuentra al Señor, sino más bien la forma en que debemos vivir una vez que el Señor ha entrado en nuestras vidas. David llega a la conclusión de que: Para poder disfrutar de la santa presencia de Dios, se debe tener un trato justo hacia los demás.