Advertencias Sencillas pero Serias para Tiempos Complicados
Mientras más nos acercamos a la conclusión del Sermón del Monte, más intensa es la luz con la que el Maestro nos deslumbra. Al llegar a este punto es claro que Jesús no nos está pidiendo que simplemente pasemos a una página nueva y sigamos estudiando; o que tratemos un poco más duro y hagamos las cosas de una mejor manera. Más bien, Él pide una transformación absoluta y radical de nuestras convicciones interiores y estilo de vida externo. Su meta para Sus seguidores es que lleguemos mucho más allá de la piedad formal de la religión superficial. ¿Recuerda Sus palabras en Mateo 5:20? Jesús demanda un tipo de justicia que sobrepasa la de los fariseos; un tipo de justicia que empieza desde adentro de nuestros corazones y abre paso hasta consumir todo pensamiento, toda ambición, toda emoción y toda relación personal. Un ideal tan alto requiere algunas decisiones terriblemente impopulares, cada una de las cuales tiene una opción disponible que es más agradable y atractiva que la elección correcta.
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¿Qué tan diferente cree usted que somos los cristianos de los no cristianos? Es decir, dejando a un lado nuestra fe en Cristo, ¿cuán diferente somos? Si somos honestos, no diferimos en mucho. Por ejemplo, ¿tiene usted pagos de hipoteca y de automóvil? Ellos también. ¿Batalla usted con emociones que a veces se salen de control? Ellos también. ¿Tiene usted comidas que preparar? Ellos también. ¿Lo ve? En éstas y otras tantas cosas no somos diferentes a los no creyentes que nos rodean. La única excepción es que los no cristianos no saben realmente quién es Jesús. Pero usted sí lo sabe y puede mostrarles y comunicarles cómo Cristo ha hecho una gran diferencia en su vida. ¿Qué tan preparado se siente para comunicarles el mensaje que ha transformado su vida? ¿Qué le detiene a hacerlo?
