
Septiembre 13, 2025
¿Podemos estar completamente limpios delante de Dios?
PONGA ESTO EN ORACIÓN:
«Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7).
PIENSE EN ESTO:
¿Sabía usted que sus glóbulos rojos no solo transportan lo que su cuerpo necesita, sino que también retiran los desechos? Esas células rojas le entregan todo lo que requiere para vivir, pero también recogen el ácido úrico, el dióxido de carbono y muchos otros venenos y toxinas, y los transportan hacia los pulmones para ser expulsados o hacia los riñones para ser eliminados. Sería impresionante que un camión de reparto también sirviera como camión de basura al mismo tiempo, ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que Dios ha hecho. No es de extrañar que el salmista dijera: «Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras» (Salmos 139:14).
La sangre no solo suple cada necesidad, sino que también limpia continuamente. Jesús nos limpia de nuestros pecados. No dice «nos limpió» en tiempo pasado, sino que nos está limpiando constantemente. Conozco a muchas personas que viven con dolor porque han permitido que toxinas espirituales se acumulen en sus vidas: preocupación, envidia, celos, temor, orgullo, amargura y duda. ¡Esas cosas se acumulan! Y si no permitimos que la sangre derramada de Cristo nos limpie constantemente, viviremos una vida dolorosa y espiritualmente estancada.
¿Cuándo fue la última vez que le pidió a Jesús que lo limpiara?
¿En qué momento se ha sentido abrumado por toxinas como la preocupación o la amargura? ¿Cómo le ha traído Jesús libertad de todo eso?
PUNTO DE ACCIÓN:
Reflexione sobre qué toxinas espirituales podrían estar acumulándose en su vida. Pídale a Jesús que le limpie de todo pecado.
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