
Septiembre 10, 2025
¿Está examinando su alma?
PONGA ESTO EN ORACIÓN:
«¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío» (Salmos 42:5).
PIENSE EN ESTO:
El salmista le habló a su alma: «¿Por qué te abates, oh alma mía?». Aquí es donde usted debe tomar el control. Debe mirar su alma de frente y decirle: «Alma, ¿por qué te sientes así?». Debe mirar hacia adentro y analizar su corazón. ¿Por qué está deprimido?
Tal vez ha perdido a un ser querido, tal vez fue un hijo; tal vez fue su cónyuge. Si ha perdido a alguien que amaba, derrame su dolor delante de Dios. Pida a sus amigos que le ayuden a llevar esa carga y recuerde que su vida no ha terminado. Sea cual sea la causa, rehúse quedarse estancado, dándole vueltas al mismo pensamiento una y otra vez. Eso no le hará ningún bien. Si ha pasado por una desilusión o una pérdida amorosa, reflexione sobre lo que ha aprendido de esa experiencia, y busque desarrollar nuevas relaciones.
Tal vez ha pecado o ha cometido un error grave, y está siendo atormentado por el fantasma de la culpa. ¿Qué debe hacer? Confiéselo a Dios. Si necesita confesarlo a otra persona y pedir perdón, hágalo. Si puede hacer restitución, hágalo. Haga lo correcto, y luego cierre esa puerta. Analice. Mire su corazón. Pregúntese: «¿Por qué estoy abatido?».
¿Cuáles son algunas de las cosas que le han hecho sentirse abatido?
¿A dónde suele acudir cuando se siente así?
PUNTO DE ACCIÓN:
Comparta con alguien un momento en el que Dios obró en su vida mientras usted se encontraba abatido.
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