"Dios tiene el mundo entero en sus manos." ¿Recuerda usted ese antiguo canto? La letra nos dice que Dios tiene en sus manos el viento, la lluvia, al nene pequeñito, e incluso a usted y a mí. ¡Qué fácil es olvidarse de eso! Y no está limitado a nuestra geografía o a nuestra cultura. Él tiene en sus manos también al Cercano Oriente (¡Eso sí que es un alivio! ¿verdad?), y eso para no mencionar a Corea del Norte e Irán, Cuba e India, Indonesia y Rusia; todo está justo allí en las palmas de sus manos soberanas. Y ya que hablamos de eso, Él tiene también nuestro futuro, a nuestros hijos, nuestras circunstancias, nuestros amigos y nuestros enemigos en sus manos, a su alcance, bajo su control. Incluso cuando temores imaginarios se ciernen como neblina matutina para opacar nuestra fe. Él está allí; a cargo.

Pero hay momentos cuando hallamos realmente difícil creer que nuestras circunstancias verdaderamente están en sus manos. No sólo que el viento, y la lluvia, y el nene pequeñito están en sus manos, sino también las pequeñas interrupciones de la vida tanto como las calamidades más serias. Es más, ¿creería usted que nada de esto escapa jamás de su atención?

Habrá ocasiones cuando necesitaremos el recordatorio del sabio profeta Isaías:

He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros (Isaías 49:16).

En otras palabras, Dios nos ve exactamente cómo somos, con verrugas y todo, con necesidades y todo. Él lo ve todo. Y, ¿cuán de cerca lo ve? En la palma de sus manos.

Dios conoce sus caminos; y los conoce continuamente. Eso incluye sus respuestas, sus experiencias, sus reacciones, lo que usted llama calamidades, sus callejones sin salidas, lo que usted llama situaciones imposibles.

No sólo que Él nos tiene en sus manos a usted y a mí, al viento y la lluvia, y al nene pequeñito. Él tiene en sus manos sus fracasos de ayer, y sus retos de hoy. Tiene en sus manos las sorpresas del día de mañana, y nada de eso le hace boquear. Nada de eso le hace reaccionar con sorpresa: “¡Ah! Nunca supe eso.” Nada. Él es inmutable. Nada lo sorprende. Él tiene al mundo entero en sus manos. Lo que es más, nos tiene inscritos en sus palmas a usted y a mí. Las cosas no están fuera de control.

Tomado de Charles R. Swindoll, Encouragement for Life: Words of Hope and Inspiration (Nashville: J. Countryman, 2006), 73-74. Copyright © 2006 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente.