

Charlar sin Rodeos sobre la Pureza Moral
Santidad. La sola mención de la palabra produce algunas ideas en nuestra mente, tales como ropa negra, aureolas en las cabezas, caras demacradas, nada de bromas, horas de oración, etcétera. Si al pensar en la santidad esas ideas inundan nuestra mente, hemos enclaustrado la santidad en las oscuras cámaras de los monasterios y catedrales, en donde residen los santos, monjes encapuchados y místicos. Pero Dios quiere quitar los cerrojos de las puertas de madera y abrir las ventanas con vidrios catedrales de nuestro pensamiento para que Su santidad pueda andar libremente por todos los cuartos de nuestras vidas. Él anhela que seamos santos como Él es santo y sabe que la gente ordinaria y común como nosotros puede llegar a serlo.
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¿Qué tan diferente cree usted que somos los cristianos de los no cristianos? Es decir, dejando a un lado nuestra fe en Cristo, ¿cuán diferente somos? Si somos honestos, no diferimos en mucho. Por ejemplo, ¿tiene usted pagos de hipoteca y de automóvil? Ellos también. ¿Batalla usted con emociones que a veces se salen de control? Ellos también. ¿Tiene usted comidas que preparar? Ellos también. ¿Lo ve? En éstas y otras tantas cosas no somos diferentes a los no creyentes que nos rodean. La única excepción es que los no cristianos no saben realmente quién es Jesús. Pero usted sí lo sabe y puede mostrarles y comunicarles cómo Cristo ha hecho una gran diferencia en su vida. ¿Qué tan preparado se siente para comunicarles el mensaje que ha transformado su vida? ¿Qué le detiene a hacerlo?

