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¿Es en realidad necesario su cerebro?

Deuteronomio 6:5
“Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”.

¿Cómo recuerda el cerebro lo que aprende? ¿Qué pasa cuando usted piensa? ¿Es su mente lo mismo que su cerebro?

Mientras la ciencia moderna aprende más acerca de las maravillas del cerebro, también aprende que está más lejos que nunca de entender cómo funciona el cerebro. Algunos antiguos materialistas están empezando a preguntar si es que el hombre tiene una parte no material, sino espiritual.

Hace unos pocos años unos doctores intentaron salvar a un niño que sufría de una enfermedad severa del cerebro, y removieron todo el lado izquierdo del cerebro, sin embargo no esperaban que el niño vuelva a hablar de forma normal. No solo el niño se recuperó, sino que al crecer hacia la edad adulta, sus habilidades del lenguaje eran también más allá de lo normal. El Profesor John Lorber escribió acerca de un estudiante que tenía un cociente de inteligencia de 126 y sostenía honores académicos en matemáticas, sin embargo se le encontró que virtualmente no tenía ningún tejido cerebral. El Profesor Lorber decidió estudiar otros casos similares. Encontró varios de estos y por lo menos la mitad de estas personas tenían el 95 por ciento de su cráneo lleno de fluido espinal en vez de tejido cerebral, y tenían cocientes de inteligencia más altos que lo normal. El Profesor Lorber escribió sobre estos casos en un artículo titulado, “¿Es en realidad necesario su cerebro?”

Si, nuestros cerebros son en realidad necesarios. Sin embargo, estos ejemplos nos muestran que el cerebro que Dios nos ha dado es aún más maravilloso de lo que pensábamos. También muestran que hay mucho más en nosotros que simples tejidos y órganos. ¡Ninguno de nosotros puede afirmar que Dios no nos dio las habilidades mentales para ser fructíferos en glorificarle a Él!

Oración: Padre, te agradezco por los dones mentales y habilidades que Tú me has dado. Perdóname en nombre de Jesús por no desarrollar y utilizarlos tan bien como podría haberlo hecho en Tu servicio. Ayúdame a amarte con todo mi corazón y toda mi mente. Amén.

Ref: Paul D. Ackerman. 1990. In God’s Image After All: How Psychology Supports Biblical Creationism. P. 68-73.

 

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