Tapando los ruidos

Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones. Salmo 25:17

Debo confesar que era un honor medio dudoso, pero aún así me alegró saber que mi hijo de defendió.

Una vez, cuando era niño, mi hijo le dijo a un amiguito que yo era el mejor mecánico del mundo. “¿Por qué?”, le preguntó su amigo. Entonces mi hijo le dijo: “ayer, cuando volvíamos a casa, el auto comenzó a hacer unos ruidos raros; entonces papi encendió la radio a todo volumen, e hizo que los ruidos no se escucharan más.”

Como dije antes, es un honor medio dudoso.

El único consuelo que tengo es que he visto a muchas personas hacer cosas similares. Muchos creen que, si gritan lo suficientemente fuerte, o si siempre señalan los errores de los demás, sus propios problemas van a desaparecer.

Puede que no sepa cómo arreglar un coche, pero sí sé que, si uno quiere que sus problemas desaparezcan, debe ponerlos en las manos de quien puede hacerlos desaparecer.

Y cuando estamos hablando de pecados, la única persona que puede hacerlos desaparecer es Dios. Dios es quien juzga los pecados y, gracias al sacrificio de Jesucristo, quien los perdona.

Su gracia, misericordia, y sustitución divinas lo hacen lo única autoridad capaz de hacer que todos los “ruidos” del pecado desaparezcan de verdad.

ORACIÓN: Padre celestial, perdónanos por todas las veces que tratamos de cubrir nuestros pecados. Infunde en nuestros corazones el deseo de presentar dichos pecados ante ti, reconociendo que, a través de Jesús, sólo tú puedes limpiarnos de ellos. En su nombre. Amén.

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