Así de fácil

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, habían seguido a Jesús. Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo). Luego lo llevó a Jesús. Juan 1:40-42a

La Iglesia de Inglaterra, al igual que muchas iglesias, ha perdido muchos feligreses.

Recientes escándalos, problemas pasados, controvertidas posiciones sociales, y un ataque a las verdades de las Escrituras, han causado mucho daño.

Pero la Iglesia de Inglaterra no está conforme con quedarse sin hacer algo y ver cómo se va a la deriva. Es por ello que han decidido invitar a la gente a que regrese. Para ello:

 


 

Usarán la radio para bombardear a los oyentes con un llamado a la adoración.

Animarán a sus miembros a enviar invitaciones personales a sus amigos.

 


 

Suena tonto o demasiado simple?

Posiblemente.  Pero las estadísticas dicen que la mayoría de las personas que no va a la iglesia, si recibe una invitación personal de un conocido, regresaría a la iglesia. Con la invitación que hicieron el año pasado, lograron que cerca de 82,000 personas.

Las iglesias que probaron este sistema en los Estados Unidos, vieron un 19% de incremento en la asistencia a los servicios de adoración.

¡Espectacular! Pero, ¿será que realmente funciona?

¿Por qué no probar? ¿Conoce usted a alguien a quien siempre ha querido ver en la iglesia? Entonces, ¿por qué no invitarle? Ya que la experiencia puede resultar un poco intimidante, ofrezca de ir a buscarle, y luego siéntense juntos, y preséntele a una o dos personas más.

No se trata de ir golpeando de puerta en puerta. Tampoco es que estemos solicitando algo penoso. Simplemente decimos: “El Señor probablemente lo ha designado a usted como la persona idónea para alcanzar a ese individuo. Así que, ¿porque no probar?”

ORACIÓN: Señor Dios, sé que la iglesia es intimidante para algunas personas, y también sé que algunos han tenido malas experiencias. Te doy gracias por el Salvador y por lo que Él ha hecho por mí. Ayúdame a vencer el temor que me impide invitar a otros a participar de tu adoración. En el nombre de Jesús. Amén.

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