Nuestro corazón

Dame, hijo mío, tu corazón, y no pierdas de vista tus caminos. Proverbios 23:26

Lo que verdaderamente muestra cómo somos, es lo que está dentro de nuestro corazón. El corazón es como una caja donde guardamos los pensamientos, tanto los buenos como los malos. Es allí donde viven la esperanza, el amor y las ganas de vivir, junto con el odio, la envidia, y la maldad. De esa caja es de donde cada día sacamos los sentimientos que utilizamos.

Una manera de mantener nuestro corazón saludable, es a través de la lectura de la Palabra de Dios. En ella encontramos lo que es bueno para nuestra vida, y agradable a Dios. Cuando no lo hacemos, damos lugar a que en nuestro corazón se instalen cosas que no son buenas. En Mateo 15:19, Jesús dijo: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias”.

Sabiendo que en nuestro corazón albergamos cosas malas, Dios nos dice: “Dame, hijo mío, tu corazón”. Dios tiene mucho para hacer dentro de cada uno de nosotros, y espera que nos entreguemos totalmente a su autoridad. Dios quiere limpiar nuestros corazones para que en ellos sólo podamos encontrar cosas buenas.

Dios está esperando que lo busquemos, así como lo hizo el Rey David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmo 51:10). Cuando en fe le entregamos a Dios nuestro corazón a través del poder del Espíritu Santo, Dios hace maravillas en él, fortaleciéndonos contra los ataques del enemigo, y aumentando nuestro deseo de conocerle y amarle más.

Y todo eso lo hace a través de su Hijo Jesucristo, quien cargó con nuestros pecados a la cruz, pagando completamente por ellos con su muerte, y resucitando victorioso a los tres días para ir a reinar con el Padre en los cielos. ¡Qué alegría nos da saber que Dios comprende la condición terminal en que se encuentran nuestros corazones, y nos da a su Hijo para sanarnos!

ORACIÓN: Padre celestial, toma mi corazón y hazlo nuevo. Haz que tu luz eterna disipe toda oscuridad en él, y que tu sabiduría y amor llenen cada momento de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.

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