Es ese tiempo del año de nuevo. Usted sabe de lo que estoy hablando: el tiempo cuando una palabra muy saludable se convierte en la palabra temida del año nuevo: DIETA. Si usted es como yo, empezará el 2009 con una dedicación fresca y vigorizante a que este nuevo año sea diferente. Usted dejará a un lado esa hamburguesa y bebida gaseosa, y escogerá más bien . . . y es tan difícil de tragarlo . . . una ensalada y agua. Pero con determinación, este año usted hará realidad esa resolución.

Al comprometerse a alcanzar sus objetivos físicos, espero que este año no se ponga a dieta en cuanto al estudio de la Biblia. Hablando espiritualmente, a la mayoría de nosotros nos iría bien ganar unas cuantas libras nutritivas. No estoy hablando de tentempiés: simplemente leer unos pocos versículos de la Biblia todos los días; aunque eso es por cierto una ambición digna. Realmente quiero decir sumergirse y aprender cómo preparar comidas bíblicas frescas para usted mismo.

No estoy sugiriendo cocina francesa aquí. Estoy hablando de carne y papas, tocino y huevos. La mejor receta que he hallado para el estudio bíblico a fondo viene de mi mentor y amigo, el Dr. Howard Hendricks. En su volumen fácil de leer, Living by the Book (Viviendo por el Libro), el profesor Hendricks presenta tres ingredientes para una comida bíblica nutritiva: observación, interpretación y aplicación. Pero en lugar de que yo se lo diga, ¿qué tal si trabajamos juntos en un pasaje bíblico y preparamos juntos una comida bíblica? Tomemos el Salmo 139, limitando nuestra atención a los versículos 1-9.

Para empezar, observamos para determinar lo que el texto dice.Así que simplemente nos acercamos a la Biblia leyéndola, a fin de observar lo que está impreso. Léala en varias versiones: la versión Reina Valera presenta el texto bíblico de una manera que se apega más al texto original; la Nueva Versión Internacional procura facilitar la lectura para el lector; la Versión Popular utiliza un vocabulario más limitado. Estas tres versiones son algunas posibilidades.

Bien, hagamos una pausa, y leamos el salmo. Espero . . . usted lee.

¿Qué vio? Anote sus observaciones. El Salmo 139 es un canto que tiene cuatro estrofas con seis versos cada una. Observe de inmediato que empieza con una oración: “Oh Jehová” (139:1); y termina como una oración: “Oh Dios” (139:23). ¿Qué pide David en su oración? Mire de nuevo. Piense. Es una invitación para que Dios ilumine con su reflector, que examine y haga una obra interna en la vida de David.

Haremos otras observaciones, pero pasemos al siguiente ingrediente para preparar esta comida: interpretación. Aquí preguntamos, ¿qué significa lo que he leído? En este punto empezamos a pensar en una serie de preguntas: ¿Quién escribió esto? ¿Cuál era su situación cuando lo escribió? ¿Qué experiencia estaba atravesando? En el Salmo 139:1-9 David empieza recalcando algunas grandes doctrinas en nuestra fe. Lea de nuevo los versículos 1-4 con toda atención, y anote lo que ve, prestando mucha atención a los verbos, las palabras de acción. Ahora, interpretemos lo que vio. Póngase su gorro de pensar, como solía decir mi profesora de primaria. ¿Qué doctrina de Dios destacan estos versículos? Si usted escribió algo como: “El conocimiento perfecto y eterno de Dios” o “Su omnisciencia,”acertó. ¡Excelente!

Sigamos. ¿Qué dicen los versículos 5-6? Aquí Dios establece límites, poniendo su mano sobre nosotros. Suena mucho como omnipotencia, ¿verdad? Dios es todopoderoso: nos rodea, interviene por sí mismo en nuestras vidas. Nos cuida para protegernos y guardarnos dentro de límites seguros.

Tenemos omnisciencia y omnipotencia, pero hay otro “omni” en los versículos 7-9. Para hallarlo necesitamos entender la metáfora: “las alas del alba” (139:9). Tenemos que meditar porque no hay hoja de respuestas en la parte final del libro. Así que oramos y pensamos, pidiéndole al Señor que nos ayude a saber lo que esto significa. Tal vez usted tenga que pedirle a su pastor que se lo aclare, o buscar el pasaje en algún comentario bíblico, si lo tiene a su alcance. Lo mejor que se me ocurrió es que esa frase representa los rayos de la luz que brotan del sol al amanecer. Sigamos ese pensamiento: si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, aproximadamente a 300.000 kilómetros por segundo, y “habitar en el extremo del mar,” ¡Dios estaría allí? Así que, ¿cuál doctrina estamos buscando? Omnipresencia, por supuesto. Dios está en todas partes.

Hemos escarbado y hecho tres observaciones significativas que nos han conducido a la interpretación de tres grandes doctrinas. Ahora, apliquémoslas. ¿Qué revela en cuanto a nuestro Padre celestial la verdad de la omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia? Pues bien, él lo conoce a usted. Él sabe lo que esta semana y este año guarda para usted. Él sabe exactamente lo que usted está atravesando: los temores, las incertidumbres, los retos y las alegrías. Él está justo a su lado, protegiéndolo y dirigiéndolo, consolándolo y sosteniéndole durante todos los días difíciles; y está allí para aplaudirlo en sus días victoriosos. Éstas son verdades que puede aplicar directamente a su vida.

Omnisciencia, omnipotencia, omnipresencia: grandes doctrinas que nutren el alma. Usted puede banquetearse toda la vida en estas y otras verdades de la Biblia. Los ingredientes para una comida fresca, espiritual, todos los días están justo allí en su Biblia. La receta es fácil de seguir: observación, interpretación y aplicación. Espero que este Año Nuevo usted decida prepararse unas cuantas comidas frescas espirituales por sí mismo.

Ya tuvo un aperitivo. Así que ahora, ¿pongámonos a cocinar?