Me entristece llamar a Esaú “el hijo a quien todo le salía mal”. No importa lo que hiciera, no tenía éxito en nada. Tengo la fuerte sensación de que muchos que leen estas palabras no les será difícil identificarse con Esaú y con muchos de sus problemas. Superficialmente, debió haberse sentido como un juguete del destino, sin nada de suerte y siempre eligiendo mal. En todo lo que intentaba, fracasaba. No importa lo que hiciera, nada le salía bien.

La verdad es que la vida sí parece favorecer a algunos más que a otros. Todos los días nacen bebés en el seno de familias ricas y de familias pobres. Pero mucho más importante que esto, es que algunos crecen bajo el cuidado de padres sensibles, amorosos e interesados por ellos, mientras que otros simplemente esperan sobrevivir a los horrores de su vida familiar. Hay familias en las que unos padres pocos sensatos idolatran a un hijo, colmándolo de estímulo y de regalo tras regalo, mientras que a otro lo mantienen siempre bajo una nube oscura de desatención y desconfianza. Ven sólo los éxitos de uno, y sólo las fallas del otro.

Seamos sinceros: la vida muchas veces es injusta. Si aceptamos esto a pie de puntillas, la pregunta es: ¿Cómo debemos responder? ¿Hay excusas que justifiquen las decisiones mediocres que hacemos?

Como el hijo perdedor, a quien todo le salía mal, Esaú nació, como diríamos con mala pata, por lo menos en términos del papel que tenía que jugar en la historia. Al examinar su vida, vemos que su respuesta a la elección soberana que hizo Dios, más las acciones de personas que lo rodeaban, determinarían que el destino del hombre fuera feliz o desgraciado.

Debo decir que mi propósito no es ver la vida de Esaú desde un punto de vista teológico. Estoy consciente del uso que hace Pablo de Esaú como ilustración en su carta a los Romanos 9:10-13. Y no desecho la ilustración que hace el autor de Hebreos, quien caracteriza a las acciones de Esaú como “inmorales y profanas” (Romanos 12:16). Mi propósito es más amplio, más horizontal. Esto le ayudará a comprender al hombre como un ser humano, en vez de verlo como un títere insignificante y desalmado, de acuerdo con el juicio de la teología.

Adaptado del libro Historias Fascinantes de Vidas Olvidadas, (Editorial Mundo Hispano © 2007). Copyright 2015 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.