La trama de la versión reciente de la película Las Esposas de Stepford gira alrededor de la premisa: ¿Qué tal si uno pudiera crear una versión perfecta de su cónyuge?

En otras palabras, siendo hombre, uno quisiera una esposa que siempre estuviera deslumbrante, que tuviera la casa inmaculada, que siempre cocinara comidas suculentas, que controlara en forma perfecta a los hijos, que nunca discutiera con uno, y que siempre atendiera a la menor necesidad de uno.

Si usted es mujer, quisiera un esposo que siempre tuviera la figura que tenía el día que se casaron, que sirviera como cabeza espiritual de la familia, que le ayudara a criar a los hijos, que mantuviera el jardín y el césped perfectamente manicurado, y que le trajera flores sin que se lo recuerden en cada ocasión especial.

Suena maravilloso, ¿verdad? Hay sólo un problema: Esto sucede sólo en las películas.

¿Se halla usted deseando hallar el cónyuge perfecto? A menudo aplicamos a nuestros cónyuges una norma tal alta que ni siquiera nosotros mismos podemos lograrla. Tal vez procuremos suplir perfectamente las necesidades de nuestro cónyuge y de la familia, pero con frecuencia nos quedamos lejos. Sin embargo esperamos que nuestro esposo o esposa nos ame incondicionalmente.

Cuando se ve frente a un conflicto respecto a algún asunto en particular en su matrimonio, hágase usted mismo las siguientes preguntas:

¿Qué dice la Biblia? Usando la palabra de Dios como su guía, determine si la conducta de su cónyuge es moralmente neutral o verdaderamente un pecado. Ciertas acciones pueden ser irritantes, pero no necesariamente pecado. Sin embargo, si su esposo o esposa está ingiriendo substancias químicas, enredado en un amorío fuera de su matrimonio, u otra actividad de pecado, entonces usted tiene base bíblica para confrontarlo. Tal vez necesite pedirle a algún amigo de confianza o asesor cristiano que intervenga. Si considera que su vida o la de sus hijos corren peligro, sálgase de la situación de inmediato y busque asesoramiento bíblico.

¿He orado por el asunto? Los libros de Stormie Omartian The Power of a Praying Wife [El Poder de una Esposa que Ora] y The Power of a Praying Husband [El Poder de un Esposo que Ora], proveen excelentes pautas sobre cómo orar por su esposo o esposa, y ofrecen una perspectiva positiva en aspectos moralmente neutrales. Por ejemplo, tal vez usted hace ejercicio puntualmente, pero su esposo nunca hace ejercicio. Tal vez usted se preocupa por la salud de él y piensa que él debería cuidar de su “templo,” para usar la expresión bíblica. En lugar de hostigarlo para que haga ejercicio, ¡ore sobre el asunto! Si Dios no le ha guiado a que confronte a su esposo, a lo mejor le está pidiendo que siga orando y que deje el asunto tranquilo por un tiempo. Si es así, pruebe estos cuatro indicadores.

Procure aceptar a su cónyuge tal como es él o ella. Mi esposo y yo discrepamos en varios asuntos, desde la cantidad de sostenimiento financiero que él debe proveer para la familia, hasta en dónde vamos a ir de vacaciones, o la temperatura en que debemos fijar el termostato. Pero hemos descubierto que cuando buscamos la sabiduría de Dios para resolver los conflictos, podemos alcanzar un arreglo satisfactorio. Cuando nos amamos incondicionalmente el uno al otro, y mostramos nuestro aprecio por las diferencias del otro, tenemos una mayor paz en nuestro matrimonio.

Si usted ha permitido que su egoísmo ahogue su amor por su cónyuge, entonces dedique unos momentos para recordar qué es lo que más quiere de su cónyuge. Dígale hoy mismo las cualidades que más aprecia, y pídale a Dios que mantenga estas cosas al frente de su mente cuando surgen los conflictos.

Rehúse dictarle a su cónyuge cómo debería ser. ¿Ha estado usted jugando al juego de mejoras de cónyuge? Tal vez usted ofrece a menudo una sugerencia punzante aquí, o un comentario sarcástico allá, simplemente para hacerle saber a su esposo o esposa que no está portándose a la altura de sus expectaciones. En 1 Pedro hallamos instrucciones importantes respecto a este principio: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres” (3:1). Luego Pedro les dice a los esposos: “Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres . . .” (3:7).

Concédale a su cónyuge la libertad de ser la persona que Dios la hizo que sea. Cuando usted conoció a la persona que sería su esposo o esposa, usted apreció las diferencias de uno y otro. ¿Le concede todavía a su cónyuge la libertad de ser diferente a usted? Si no, considere cómo brindar más respaldo a los sueños y metas que él, o ella, tienen.

Ajuste sus necesidades y deseos por amor a su cónyuge. Imagínese que usted llega a casa después de su trabajo, esperando gozar de una noche tranquila con su esposa. Pero ella está que revienta por haber pasado horas en la sala de emergencia con su hijo, que se cayó de la bicicleta y tuvieron que ponerle puntos. No sólo eso, sino que el césped necesita que se lo recorte y hay que reparar la lavadora de ropa antes de que lleguen sus suegros mañana. Parece que uno y otro tiene que ajustar sus expectaciones y buscar un arreglo. Sin embargo, cuando nuestros corazones piensan sólo en nuestros deseos, esto exige una buena porción de sacrificio propio y gracia.

El siguiente es un ejemplo incluso más complejo: Diana Green se vio antes una dolorosa disyuntiva cuando su esposo Floyd sufrió un traumático accidente. Los médicos le informaron a Diana que Floyd había sufrido daño en el cerebro y que si se recuperaba, no sería el mismo. Le aconsejaron: “Si usted quiere salirse de la situación, este es el momento.” ¿Cómo iba Diana y sus dos hijas a enfrentarse a la vida con un hombre que bien podría ser enteramente diferente del que habían conocido?

Diana tomó la horriblemente dolorosa decisión de quedarse con su esposo. Dijo: “Decidí que sea Floyd el hombre que sea cuando despierte, seguiría siendo mi esposo y que lo amaría por el resto de mis días.” La personalidad de Floyd y su disposición en efecto cambiaron, pero Dios le dio a Diana la gracia para seguir casada con él y continuar amando y sirviendo a su esposo.

Cuando sujetamos nuestro orgullo y confiamos en que Dios va a obrar en la vida de nuestro cónyuge, Dios puede revelarnos que somos nosotras las que debemos cambiar. Romanos 8:29 dice: “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo.” Usted y su cónyuge están en el proceso de ser hechos conforme a la imagen de Cristo. Este proceso requiere sacrificio, una disposición para crecer, y desprendimiento de su parte. A veces esto dolerá. Pero Dios promete perfeccionar en usted su obra.

Así que, ¿cómo se puede crear al cónyuge perfecto? La única manera sería quitarle a él o ella todo lo que le hace humano, y si lo hace, perdería todo lo que a usted de esa persona. Su esposo o esposa serían como un autómata, sin corazón; una concha vacía, desprovista de personalidad, tal como las esposas de Stepford.

Gracias a Dios que no nos dio conchas vacías. Nos dio hombres y mujeres, tesoros sin precio, creados por amor a su imagen. Nos llama a que amemos y aceptemos estos tesoros tal como son. En Efesios 4:32 Pablo nos recuerda: “Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.” Hoy mismo busque maneras creativas para ilustrar que usted ha escogido aceptar a su cónyuge con bondad y amor, permitiéndole que él o ella sea transformado por la gracia de Dios.