Nada es imposible para Dios

Porque para Dios no hay nada imposible. Lucas 1:37

Para María era imposible que ella, sin intervención de un hombre, pudiera quedar embarazada. Esto no ha cambiado, se requiere la fecundación, para que una mujer quede en cinta.

La pregunta que hizo María al ángel fue y será siempre pertinente. ¿Cómo podía quedar embarazada sin conocer un varón? Y la respuesta es asombrosamente verdadera: “Para Dios no hay nada imposible”.

En toda la Escritura Sagrada hay evidencia de que el poder de Dios supera las leyes naturales. Sucedió con Sara, la esposa del patriarca Abraham, quien en la vejez concibió su primer hijo, y  también con Elisabet y Zacarías, padres de Juan el Bautista.

Cuando Jesús le dijo a Nicodemo, un experto en la ley judía, que para entrar en el reino de los cielos era necesario nacer de nuevo, él no lo entendió. Los discípulos, por su parte, no dudaron en decir que nadie podía lograr entrar al reino. Tanto Nicodemo como los apóstoles tenían razón: humanamente hablando, es imposible volver a nacer o ganar el derecho de ser parte del reino de Dios.

El pecado no sólo condena, sino que también hace a las personas incapaces de entender el poder del Señor. Pero Jesús vino para hacer posibles los imposibles, y salvar al mundo. Lo hizo al perdonar nuestros pecados con su sacrificio en la cruz, y al vencer la muerte.

Al leer estas verdades, la opción que nos da el Espíritu Santo es decir junto con María: “Hágase conforme a tu Palabra” (Lucas 1:38), y regocijarnos, como ella, con la llegada del Hijo de Dios al mundo.

ORACIÓN: Padre celestial, en mi limitación sólo veo imposibles. Dame fe para creer y aceptar que nadie puede limitar tu poder. En Jesús. Amén.

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