José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Lucas 2:4-6
¡Por fin ha llegado el momento! En las últimas semanas hemos escuchado solamente promesas, palabras dirigidas a un futuro distante y lleno de esperanza. Y ahora, finalmente el gran día ha llegado. Pero aún si pudiéramos ir corriendo al establo, ¿qué encontraríamos?
Lo único que María y José tienen es una pequeña lámpara con aceite. Un trozo de tela enrollada mojada en aceite de oliva da apenas una pequeña luz que se mueve con la brisa que entra por la puerta del establo. En la oscuridad que los rodea sólo hay un poco de luz. Pero en ese pequeño círculo de luz, casi escondido entre las mantas y el pesebre, ¿qué vemos? Un bebé - un bebé como cualquier otro bebé. ¿Se siente desilusionado? ¿Acaso es esa la respuesta a todos sus problemas? ¿Valió la pena esperar siglos para eso?
Aun en esta noche tan anticipada, nuestro Salvador permanece escondido. Prometido por los profetas y anunciado por los ángeles, aparece disimulado en carne humana. Y, sin embargo, ahora Dios está presente. Él ha hecho su morada con los hombres. La Luz ha venido a la oscuridad.
Puede que le resulte difícil ver a Jesús en esta Nochebuena. Disimulado detrás del comercialismo y ocultado por tantas actividades, cuando miramos al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, no es fácil ver a Jesús. No es fácil ver al Salvador prometido de Dios en los rostros de las personas que se sientan a nuestro lado en la iglesia, pero Jesús está con nosotros así como lo prometió. Él es el regalo escondido entre nosotros.
ORACIÓN: Querido Jesús, Niño santo, hazte una cuna en mi corazón, y quédate a vivir en él para siempre. Amén.
© Copyright 2010 Cristo Para Todas Las Naciones
CRISTO PARA TODAS LAS NACIONES
660 Mason Ridge Center Dr.
St. Louis, MO 63021
1-800-972-5442
camino@lhm.org
www.paraelcamino.com