Repeticiones

En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.  Romanos 6:10-11

Han pasado 200 años desde que nació, y 160 años desde que fue encontrado vagando sin rumbo por las calles de Baltimore. Visiblemente enfermo, fue llevado al hospital de esa ciudad, donde murió unos días después. A su funeral asistieron siete personas.

Con el pasar de los años, muchos pensaron que la forma en que el escritor Edgar Allan Poe había dejado este mundo, no había sido honorable. Por lo tanto, el encargado del museo de Allan Poe en Baltimore, decidió celebrar un nuevo funeral.

Para el mismo se puso en exhibición un modelo de tamaño real del cuerpo de Poe al que los visitantes podían dar sus respetos. El féretro fue montado en una carroza al estilo antiguo, y conducido al cementerio de Westminster, donde los restos de Poe han estado sepultados por más de 150 años.  

¿Una repetición del funeral? Conozco a muchas personas a quienes les encantaría repetir el funeral para Jesús. Desde gobernantes irreverentes hasta pensadores ateos y agnósticos han expresado su deseo de colocar el cuerpo de Jesús de vuelta en la tumba. 

En los primeros tiempos de la iglesia, el emperador Diocleciano inscribió en una piedra su mayor logr haber exterminado el nombre de los cristianos de la faz de la tierra. Hoy no es muy diferente.

Por supuesto que todos los enemigos de la cruz se han enfrentado con el mismo problema, pues Jesús murió una vez… y para siempre. Él no va a regresar a la tumba. Eso fue lo que le dijo Pablo a la iglesia en Roma, y eso es lo que Dios le dice a este planeta agonizante.

El Señor envió a su Hijo para que diera su vida como rescate. Todos los que creen en él como Salvador, son perdonados y salvados. Pero los que no creen, tratan de devolver a Jesús al sepulcro... sólo que él no se queda allí.

ORACION: Querido Salvador, siempre estaré agradecido porque tú viviste, moriste y resucitaste por mí, dándome vida eterna. Derrama tu Espíritu Santo sobre los que aún no creen. Abre sus ojos para que vean que, porque tú vives, ellos también pueden vivir. En tu nombre. Amén.

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