Valor

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8

La mayor distinción militar que el gobierno de los Estados Unidos otorga es la Medalla de Honor. En esa medalla se encuentra impresa una sola palabra: VALOR.

Hace un tiempo recibí un correo de un lector de estas Devociones que estaba disgustado con los medios de comunicación por no haber dicho nada acerca de la reciente muerte del Capitán Ed Freeman, un oficial que había recibido tal medalla en Vietnam.

Antes de escribir esta devoción, me puse a investigar un poco acerca del Capitán Freeman. Así descubrí que lo que la información en dicho correo estaba equivocada: Ed Freeman no había muerto recientemente, sino el 20 de agosto del 2008.

El resto de lo que decía era 100% correcto.

El 14 de noviembre de 1965, el fuego antiaéreo del enemigo impidió a los helicópteros médicos que llevaran a cabo su tarea de rescate. A pesar del peligro, el Capitán Freeman igual voló en su helicóptero al campo de batalla, no una, sino catorce veces, llevando municiones y agua, y catorce veces retiró del medio de la batalla a los heridos y otros que necesitaban ser evacuados.

El Capitán Ed Freeman ganó esa medalla que dice VALOR.

Lo que me lleva a preguntar: ¿qué ganó Jesús por el sacrificio que hizo para salvarnos? Después de todo, ¿acaso Jesús no entró también voluntariamente en una zona de guerra de donde no tenía chance de salir con vida?

¿Acaso Jesús no soportó los permanentes ataques del pecado, el diablo y la mismísima muerte? Sin embargo, y a pesar de esos intensos y constantes ataques, y de la inevitable cercanía de la muerte, Jesús rehusó replegarse.

Su vida toda es una vida de VALOR, CORAJE, y AMOR. Y, hasta donde yo sé, ningún país ha hecho una medalla que cubra los sacrificios que él hizo para salvarnos.

Por cierto que Jesús no quiere ninguna medalla. Todo lo que él quiere es que le demos gracias, le alabemos, le sirvamos, y le obedezcamos a Dios.

Esto es ciertamente la verdad.

ORACIÓN: Padre celestial, enséñame a ser agradecido a todos los que han hecho un gran sacrifico por mi libertad terrenal y eterna. En el nombre de Jesús, quien dio su vida para salvar la mía. Amén.

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