La segunda predicción

Dejaron aquel lugar y pasaron por Galilea. Pero Jesús no quería que nadie lo supiera, porque estaba instruyendo a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y a los tres días de muerto resucitará”. Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto, y no se atrevían a preguntárselo. Marcos 9:30-32

En la lectura de hoy una vez más Jesús predijo lo que habría de suceder en Jerusalén. Así estaba preparando a sus discípulos a hacer frente a la adversidad, el estrés, y la confusión que pronto habrían de experimentar cuando vieran a Jesús arrestado, torturado, y finalmente muerto.

Los discípulos, por su parte, no entendían para nada lo que él les decía. Tenían muchas preguntas, y necesitaban respuestas. Estaban confundidos con lo que Jesús estaba diciendo y lo que eso significaría para ellos, pero tenían miedo de preguntarle.

Cuando estamos preocupados por la forma en que las cosas están sucediendo, ¿tenemos miedo de preguntarle a Jesús? ¿Qué nos dicen las siguientes palabras acerca de qué es lo que realmente calma nuestro corazón?

En Jesucristo se halla la paz; en horas negras de tempestad,

Hallan las almas dulce solaz, grato consuelo, felicidad.

Gloria cantemos al Redentor que por nosotros quiso morir;

Y que la gracia del Salvador siempre dirija nuestra vivir.

ORACIÓN: Señor Jesús, cuando el miedo no nos permite hablar, envíanos tu Espíritu y llénanos con tu coraje y tu paz. Amén.

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