Una corrupción usual

“¡Ustedes han oído la blasfemia! ¿Qué les parece? Todos ellos lo condenaron como digno de muerte.”Marcos 14:64

Por lo general, las mentiras corrompen a todos los que las oyen. Hace más de 30 años, un millonario de Nueva York construyó una mansión con todos los lujos posibles, sin escatimar en nada. Poco tiempo después de haberse instalado en la nueva casa, su hijo murió a causa de una fiebre.

Con el paso de los años, la casa fue ocupada por otras personas, pero todas las familias que vivieron en ella sufrieron enfermedades graves o muertes inesperadas. Finalmente, se descubrió que un viejo desagüe debajo de la casa había sido la causa de las desgracias. Las paredes estaban tan llenas de veneno, que no hubo más remedio que demolerla.

El día que Jesús fue condenado a muerte por decir la verdad acerca de su identidad, el Sanedrín en su totalidad se había llenado con el veneno de innumerables mentiras. Desgraciadamente, no había nadie que desmintiera su falso veredicto. La sentencia condenando a Jesús a la muerte se mantuvo, y el Salvador continuó su camino hacia la cruz.

Hoy hay muchos jueces que continúan condenando a nuestro Señor y a quienes creen en él. ¿Se mantendrán en pie sus sentencias, o será que los cristianos romperán con las costumbres, y dirán: “Él es mi Camino, mi Verdad, y mi Vida?”.

ORACIÓN: Querido Señor, permíteme ser testigo de la vida verdadera que Jesús da. Amén.

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