Pedro nos dice que el final de todas las cosas está cerca y, a la luz de esto, qué tipo de personas deberíamos ser. Debemos ser personas de oración, calmadas y serenas, hospitalarias, debemos amarnos unos a otros, recordando que el amor cubre multitud de pecados. Lo que distingue a una persona de otra no es si sufre, sino cómo enfrenta su sufrimiento. El propósito del sufrimiento es “perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos”.